Kate Kirkman llegó al mundo de la fotografía de manera distinta a la habitual. Tras estudiar Bellas Artes e Historia del Arte en la universidad, cursó una carrera en el sector de los medios de comunicación, pero todo cambió cuando fue madre. Kate empezó a buscar una nueva vocación y una vía de escape para no volver al mundo de las oficinas y los trayectos de ida y vuelta al trabajo.

Los días que pasó en la universidad estudiando Bellas Artes e Historia del Arte desde luego dieron sus frutos cuando Kate comenzó su andadura en el mundo de la fotografía, y a día de hoy continúan proporcionándole las competencias que necesita como fotógrafa. "El mundo de las bellas artes juega un gran papel para mí –cuenta–, y el vocabulario de la composición visual se parece a lo que me enseñaron cuando estudiaba Historia del Arte. Algunas personas pueden crear instintivamente una imagen mejor que otras, pero mi teoría es que cualquiera puede aprender sobre composición, con lo que puede mejorar su trabajo. No me cabe ninguna duda de que aprender lo básico sobre composición puede hacer que todo el mundo sea mejor fotógrafo".

Kate cuenta que para ella la luz es el elemento más importante de sus fotografías: “Cuando entiendes la luz, entiendes la exposición, y entonces puedes controlar la imagen y se vuelve muy interesante. Me encanta fotografiar con luz, y aunque a veces pueda ser difícil, puesto que trabajo sobre el terreno, esa es la mejor parte del viaje de la fotografía: el descubrir”.

Kate siempre utiliza la luz del mismo modo cuando fotografía personas. Ya sea un retrato individual, una foto de familia, una imagen boudoir o un boda, en todas ellas se aprecia su estilo único personal y cómo brilla su manera de utilizar la luz y su formación en Bellas Artes. Cada una de sus fotografías es una obra de arte en sí misma, diseñada para colgarla en la pared de una exposición.

Kate trabaja con su marido cuando hace fotografía para bodas y nos explica que su trabajo consiste en contar una historia, pero su filosofía es muy distinta a la de los fotógrafos documentales. "Para nosotros cada foto que hacemos es una creación —cuenta—. Muevo y dirijo a los sujetos e intento colocarlos en la mejor luz que puedo, nosotros creamos esos momentos en lugar de limitarnos a solo fotografiar lo que está pasando".

En cuanto a su equipo, Kate utiliza dos Sony α9 para hacer fotografías. Para ella, estas dos cámaras son la combinación perfecta de tamaño y velocidad, tanto en lo que se refiere al enfoque automático como a la velocidad de disparo. “También necesitaba una cámara que tuviera dos ranuras para tarjetas. Para mí, es absolutamente imprescindible cuando hago fotografía de bodas”.

En cuanto a los objetivos, Kate tiene varios objetivos básicos. “Utilizo objetivos G Master de Sony para todas las fotografías de personas. Tengo el FE 70-200mm f/2.8 GM, el FE 24-70mm f/2.8 GM y el 85mm f/1.4 GM. Y también uso el objetivo macro FE 50mm f/2.8, aunque este realmente es solo para primeros planos”.

Pasar de una DSLR a cámaras sin espejo ha supuesto un gran cambio en la manera en la que Kate hace sus fotografías. "Al venir de una DSLR, hay funciones sin las que no podría vivir –nos cuenta Kate–. El poder ver la imagen final en el visor antes de hacer la foto es increíble, y la tecnología Eye AF me permite sujetar la cámara en cualquier sitio y que los ojos sigan estando enfocados".

"Para mí el cambio de la DSLR a la cámara sin espejo ha sido muy fácil, es como coger un coche que nunca has conducido. Al principio no estás acostumbrado, pero después de cogerlo varias veces no tiene ningún misterio. La verdad es que creo que sería muy raro volver atrás y no poder ver mi exposición, es algo que parece muy obvio. Creo que no podría soportarlo".