Michael Schaake, natural de Bonn (Alemania), empezó a hacer fotos a los seis años con la cámara SLR manual de su padre. Luego, se pasó media adolescencia encerrado en un cuarto oscuro revelando en blanco y negro. Y por fin, hace unos años, consiguió convertir esta pasión en su profesión. Su percepción del mundo que le rodea viene determinada por lo que observa a través de su objetivo. La fotografía es el medio que le permite experimentar viajes y aventuras de manera más consciente e intensa, y le brinda la oportunidad de conocer personas de todas partes. Se mueve por el deseo de inmortalizar lugares que no podría haber visto o visitado de otra manera, y la captura de ese momento único en que la luz se funde con el paisaje, adoptando el ángulo preciso, puede traducirse en una imagen mágica y mística. Persigue este proceso creativo con un gozo inagotable y un entusiasmo contagioso.