Echa un vistazo al trabajo fotográfico de Kyle Meyr y verás algo diferente. En las imágenes de Kyle, el paisaje es tan importante como los atletas y las aventuras que captura, pues juega un papel protagonista o de apoyo, tal y como lo hace el sujeto.
Las imágenes de Kyle no son retratos anodinos o simples instantáneas de acción que se pudieran haber tomado en cualquier lugar, sino que son historias de personas en su entorno. Se trata de un equilibrio que Kyle resume a la perfección:
"Gente pequeña y paisajes amplios. Me encanta. No hay nada mejor que fotografiar a alguien luchando contra el entorno. El paisaje aporta carácter a la persona que se encuentra en él, ya esté escalando una pared de hielo o practicando skate en una carretera desierta. Añade un reto a su disfrute".
Es algo que también funciona a la inversa. “Las figuras humanas añaden carácter al paisaje, además de mucho más contexto que una mera fotografía de la naturaleza —explica—. Al encuadrar a una persona por encima o por debajo del horizonte se aporta escala, lo que permite apreciar la majestuosidad del paisaje que la rodea, la desolación, el vértigo o cualquier otra historia que deseemos narrar. Puede que esa persona recorra las montañas en kayak o tal vez estas la protejan”.
El interés de Kyle por la acción procede de su amor por el esquí. “Mi madre es noruega y yo crecí en EE. UU., donde siempre estaba en las pistas”, explica. Sin embargo, fue la exposición a un ambiente muy distinto lo que le empujó a la fotografía deportiva y de paisajes a tiempo completo. Tras estudiar periodismo en Londres durante tres años, Kyle se dio cuenta de lo mucho que echaba de menos la naturaleza. “Sabía que había mucho más que fotografiar en mi casa de Noruega —nos cuenta— y cuando volví fue un no parar, me llevaba la cámara a todas partes y fotografié todos los rincones del país”.
Sin embargo, la temporada en Londres no fue ninguna pérdida de tiempo. Su formación periodística le ayudó a comprender la importancia de convertir las experiencias en historias.
"Siempre había querido situarme al pie del cañón y me daban envidia los periodistas que lo conseguían, gente como Hunter S Thompson y Tom Wolfe, que realmente vivían una historia. Cuanto más utilizaba mi cámara al tratar de formar parte de estas historias, más consciente era de que era mejor narrador si me limitaba a mostrar a los demás la imagen exacta que veía, fuera esta bonita o no".
En este caso, “vivir la historia” significa que tanto el fotógrafo como la cámara han de estar preparados. “Paso tanto tiempo en exteriores como puedo —explica Kyle—, así que, por lo que a la batería de la cámara se refiere, es muy importante disponer de la mayor duración posible. Se trata de algo fundamental para el resultado de la sesión”.
Un buen ejemplo es la experiencia de fotografiar un evento noruego llamado Norseman, uno de los triatlones más extremos del mundo. “Se empieza a fotografiar a las dos de la mañana, cuando sacan a todos los participantes en ferri y los dejan en el medio de un fiordo —explica Kyle—, y no termino hasta después de ponerse el sol. Cuando alguien disfruta de verdad sacando fotos, como yo, el resultado son al menos dos mil instantáneas. Tengo tres baterías de repuesto para la α9 y la α7R III, y todavía no he realizado ninguna sesión para las que no fueran suficientes”.
También confía en el impecable autoenfoque de la α9: “Probablemente sea lo que más me haya gustado de cualquier cámara. Acierta en el 99 % de las ocasiones, y esa fiabilidad significa que, cuando descubro una imagen, es mía. Por ejemplo, si estoy esquiando, puedo pararme a mitad de la pendiente, quitarme la mochila, coger la cámara y saber que está preparada. Además, puedo disparar con 20 fps y autoenfoque continuo, con lo que podré conseguir absolutamente todos los instantes de la acción, entre los que puedo escoger más tarde. Creo que es algo que cambia tu vida”.
A pesar de fotografiar algunos de los entornos paisajísticos más hermosos del mundo, su estilo “rápido y certero” de captar el momento implica que Kyle tenga poco tiempo para los métodos de fotografía tradicional de paisajes, como el uso de filtros y soportes para la cámara. “No me veréis jamás con un trípode —bromea—. Tengo una mentalidad que me empuja a seguir el ritmo de la acción y a querer disparar de inmediato, por lo que dependo del formato RAW y de la capacidad de la cámara”.
En cuanto a la sensación de aventura y entorno salvaje de las imágenes de Kyle, le preguntamos si busca algún elemento específico en las ubicaciones. “Mis historias hablan de personas que escapan de la civilización, así que en la mayor parte de las ocasiones no quiero que se vean carreteras en la foto. Considero que devuelven al personaje a un entorno civilizado”. No obstante, eso cada vez es más complicado, por el atractivo que esta clase de fotografías aporta a la naturaleza.
"En Noruega se están empezando a construir carreteras y escaleras de piedra para llegar a determinadas montañas, ya que así a los turistas les resulta más sencillo visitarlas. Para mí no hay nada tan decepcionante como llegar a la cima y ver que ya hay escaleras".
Un ejemplo fundamental de esto es el Púlpito desde el que se aprecia el Lysefjord. “Es una de las cosas más maravillosas que ha creado la Madre Naturaleza —afirma—, pero acaban de ampliar la carretera hasta la montaña para reducir la distancia a pie. Se pierde totalmente el valor que conlleva esforzarse para disfrutar del panorama, porque lo mejor es pensar ‘mira lo que he conseguido: empecé al nivel del mar y ahora estoy 1000 m por encima de él’. Las fotografías atraen a la gente a estas ubicaciones y experiencias, por lo que cada vez más personas desean visitarlas. Sin embargo, cuando domamos la naturaleza, cambiamos su personalidad y su historia”.
"Suele ser difícil encontrar tanta elegancia en un mismo sitio... Es lo que se llama "naturaleza"