"Las imágenes sueltas han dejado de interesarme —comienza diciendo Alessandro Grassani—. Creo que hoy en día cualquiera puede hacer una buena foto suelta, incluso con su móvil. Lo que me parece más importante es producir un corpus de trabajo complejo. Una serie de imágenes es fundamental para formar una historia, y es precisamente eso lo que puede abrir una ventana a un mundo desconocido, no solo desde un punto de vista periodístico, sino también emocional".
Uno de estos proyectos, The Last Illusion (La última ilusión), trata sobre el viaje que emprenden los migrantes a las ciudades por razones medioambientales. El título refleja sus aspiraciones, que lamentablemente se desvanecen.
"En sus tierras no hay futuro, así que se marchan a las ciudades. Pero si toda tu vida te has dedicado a pescar, al llegar a una ciudad como Dhaka te faltan las aptitudes para sobrevivir. El sueño de la ciudad se convierte así en una pesadilla".
¿Y cuál ha sido su trayectoria hasta ahora? Pues igual que ocurre con las carreras profesionales de la mayoría de la gente, hay muchas horas de trabajo detrás. El primer trabajo de Alessandro fue como asistente para un fotógrafo de publicidad. "Trabajé con él en el estudio durante un año, quizá algo más, y poco después me despidió —decía riendo—. Me dijo que ese trabajo no era para mí y que debería centrarme en mi pasión, que era la fotografía documental. La verdad es que fue una manera amable de despedirme". A partir de ahí, se fue a trabajar por cuenta propia para periódicos italianos, como el Corriere Della Sera, y luego pasó a cubrir el Medio Oriente. Ahora trabaja con diferentes encargos publicitarios, corporativos y documentales, encajando sus propios proyectos cuando le resulta posible. "Todos los encargos son buenos, porque como fotógrafo se necesitan ingresos, tanto para mantener a tu familia como para seguir trabajando en tus propios proyectos".
Entonces, ¿la formación en publicidad le sirvió para su trabajo documental? Y si es así, ¿cómo se refleja?
"Principalmente en lo relativo al uso de la luz. Si estás en un estudio, se pueden mover los focos y crear la iluminación uno mismo. Obviamente esto no se puede hacer en exteriores, pero si tienes esta destreza, es posible buscar los cambios en la luz disponible. Eres más consciente de ello y lo integras en todo lo que haces".
Esto significa esperar las condiciones de iluminación adecuadas, mantener el compromiso de obtener la imagen correcta para contar la historia.
"En uno de mis proyectos de migración, la edición final podría constar de 30 imágenes o menos, tomadas a lo largo de varios años. Sin embargo, detrás de una sola de esas fotos puede haber toda una semana de trabajo. Sé lo que quiero expresar y conozco el lugar, así que para hacer la foto voy una y otra vez: al amanecer, al atardecer, con lluvia, en diferentes periodos del día... Simplemente espero la luz perfecta para contarlo".
En este contexto, la edición pasa a ocupar gran parte de su tiempo en la búsqueda del equilibrio perfecto de las imágenes. Alessandro lo explica: "Nunca sé realmente cuál es la toma perfecta hasta la edición final, cuanto las tengo todas delante en la pantalla y puedo obtener una visión global. La edición es un paso fundamental, porque si no se hace bien, todo un trabajo puede quedar arruinado. Un mal trabajo bien editado puede ganar en calidad, y un buen trabajo mal editado puede perder la historia. Las imágenes tienen que funcionar como una serie, tienen que contar una historia a mayor nivel, deben portar una narrativa que tenga un efecto emocional". Por este motivo, Alessandro siempre busca ayuda con la edición para obtener una nueva perspectiva de su trabajo. "El fotógrafo no es siempre el mejor editor de su propio trabajo. Para la edición cuento con personas en las que confío y es un proceso que lleva tiempo. Podría tardar hasta una semana en editar cada parte de un proyecto, e incluso algunos meses. Hago una primera selección, luego debatimos sobre ello y finalmente lo dejamos reposar. Esto es como el vino, que gana con el tiempo".
Uno de los aspectos clave tanto de la fotografía como de la edición es lograr un equilibrio entre la estética y el periodismo: "Aplico las reglas del fotoperiodismo cuando trabajo; desde el punto de vista estético, no obstante, me siento libre para dar rienda suelta a mi imaginación para tratar de capturar imágenes que transmitan un mensaje potente de la mejor manera posible. Podría decirse que aspiro a encontrar la combinación perfecta entre belleza y verdad: es ahí cuando las imágenes son más evocadoras".
Con ese fin, Alessandro ha llegado incluso a recortar sus composiciones para dar con combinaciones más sencillas y efectivas. "Puede que antes —afirma— buscara composiciones más complejas con diferentes sujetos en diferentes capas del encuadre. Ahora trato de centrarme más en lo esencial". En la práctica, ese enfoque más sencillo implica "retirar elementos innecesarios del encuadre, el ruido y las distracciones, para simplificarlo, pero manteniendo el contexto, como el lugar donde viven los sujetos. Por ese motivo me suele gustar capturar paisajes grandes con el sujeto en el medio; el paisaje, el ambiente y el sujeto deben ir de la mano. Después de todo, el contexto es la historia".
"Aspiro a dejar mi propio testimonio en la búsqueda constante de esa combinación perfecta entre belleza y verdad a la que llamamos arte"