Hay muchas bodas que son iguales. Cada uno tiene su propio estilo y su forma de hacer las cosas, pero tanto las tradiciones como la forma en que se divide el día de la boda son sin duda iguales. Mi trabajo consiste en asegurarme de capturar todo aquello que es único en cada boda. Para ello, es esencial conocer bien a los novios.
No se trata simplemente de hacer fotos a sus amigos y familiares más cercanos. Intento fijarme en cómo interactúa la pareja y qué tipo de relación tiene. ¿Con qué amigos se van a reír y a bromear?
Si analizas en profundidad a la gente importante y sus relaciones, podrás capturar los momentos más íntimos y los recuerdos que serán únicos para la pareja.
Documentar, no dirigir
Me gusta tratar las bodas con un enfoque documental para capturar el desarrollo de los acontecimientos durante todo el día. Por supuesto que hago los retratos más clásicos porque todo el mundo los quiere, pero el resto del tiempo no me gusta pedirle a la gente que pose o decirle que se pongan en un determinado lugar. Cuando la pareja mira las fotos años después, quiero que recuerden los sentimientos y las emociones, no que les pedí que posaran continuamente.
Una de las cosas que siempre busco es el humor, que se puede encontrar cuando se conoce bien a la gente. Para poder capturar momentos divertidos o emotivos tengo que ser como un ninja. Cuando pasé de una DSLR a la α9, la funcionalidad de disparo silencioso supuso un gran cambio para mí. Puedo acercarme más a la gente sin distraerlos y capturar esos momentos tan especiales y puros. Cuando la gente oye el "clic" de una cámara normalmente dejan de hacer lo que están haciendo y se pierde el momento.
Mi objetivo preferido para la mayoría de fotografías es el FE 24-70mm f/2.8 GM, que me proporciona la flexibilidad que necesito cuando me muevo rápidamente y el rango focal es perfecto. También suelo llevar el FE 85mm f/1.8 cuando intento ser lo más discreto posible y con el FE 35mm f/2.8 ZA mi equipo sigue siendo de lo más pequeño.
Las posibilidades del entorno
Para mí una boda es un sitio para disfrutar de verdad. Me encanta estar al acecho de cualquier escena que se aleje de las fotografías convencionales y encontrar lo extraordinario en lo ordinario. Quiero que alguien vea la imagen final y diga: "¡Guau! ¿Cómo lo ha hecho el fotógrafo?"
Por ejemplo, hace poco usé los paneles de cristal de un techo como líneas convergentes hacia una pareja situada justo debajo de un chorro de luz. No la retoqué; me limité a aprovechar la luminosidad, y la luz natural que había en la escena se encargó del resto. Con el visor electrónico de la α9 podía ver exactamente cómo iba a quedar la fotografía antes de apretar el obturador.
Acción y reacción
Una imagen documental perfecta es aquella en la que una simple imagen cuenta toda una historia y, para ello, es necesario que haya una acción y una reacción.
Tengo esta imagen en la que el novio está haciéndole un baile a la novia. Hice muchas fotografías de aquel baile, pero mi favorita es una en la que se puede apreciar cómo mueve los brazos, aunque la cara no se ve completamente, mientras que la novia está enfocada al fondo, riendo. Podría haber hecho una fotografía solo de la novia riendo, pero nunca se podría saber por qué lo hacía. Al aparecer él bailando, desenfocado, entiendes la historia completa: acción-reacción.
Otra de mis imágenes favoritas es una de un invitado con la minuta del banquete en la mano. Es una imagen perfecta. Tiene humor, elementos gráficos y no es un posado. El recinto tenía tantísima luz, que los invitados tenían que protegerse los ojos con las minutas para poder ver algo. Es divertido, pero seguro que esta foto trae muchísimos recuerdos a todo el que estuviera presente aquel día: el recinto, una luz solar brillante y magnífica, la comida, los invitados... Y todo ello con una simple imagen, que es, además, un detalle de las minutas fantástico y que se sale de lo normal.
Otra fotografía es una de una novia tirando un beso a los amigos del novio que están en un autobús. De nuevo, en esa imagen capturé la acción de tirar el beso y la reacción de los amigos del novio asomados a la ventana del autobús. Para conseguir la imagen que quería, confié en la frecuencia de imagen rápida y el AF de seguimiento de la Sony α9. Vi a la novia correr hacia el autobús y algo me dijo que tenía que seguirla. Todo pasó en un instante: tiró un beso y, en ese mismo instante, disponía de una fracción de segundo para encuadrar su cabeza en una de las ventanas del autobús y encontrar un ángulo para separar la barbilla de la mano. Gracias al enfoque automático y a la velocidad de disparo de 20 fps de la Sony α9 pude disparar una ráfaga para conseguir el encuadre correcto mientras hacía el movimiento.
Cuando miré en la parte trasera de la cámara, vi que tenía el fotograma perfecto, justo el que necesitaba. Esto demuestra la importancia que tiene contar con el equipo perfecto para capturar las imágenes perfectas", concluye.
"Buscar la perfección en la imperfección"